disruptores endocrinos

Los disruptores endocrinos están omnipresentes en nuestra vida cotidiana: en la comida, en la ropa, en los muebles, en el agua que bebemos e incluso en el aire que respiramos. La exposición constante a estas sustancias acaban afectando a nuestra salud. Además, hay periodos de nuestra vida en que somos más vulnerables a los disruptores endocrinos, como cuando los tejidos y órganos están en desarrollo y cuando nuestro cuerpo experimenta grandes trastornos hormonales.

Debemos entender cómo funcionan las hormonas para poder entender cómo funcionan los disruptores endocrinos. Nuestro cuerpo segrega hormonas que desempeñan el papel de mensajeros químicos y permiten a nuestros órganos comunicarse entre sí. Estas hormonas controlan procesos tan importantes como el crecimiento, la reproducción y el desarrollo, así como la regulación de nuestro apetito, temperatura, sueño o estado de ánimo.

El conflicto viene cuando los disruptores endocrinos interfieren con el normofuncionamiento de nuestras hormonas y codifican su mensaje. Pueden tener tres tipos de consecuencias:

  • Modificar la producción de nuestras hormonas naturales al interferir en sus mecanismos de síntesis, transporte, degradación o eliminación.
  • Imitar las acciones de nuestras hormonas naturales reemplazándolas, lo cual genera un problema si no se requiere de su acción.
  • Bloquear el funcionamiento de las hormonas uniéndose a los receptores con los que interactúan.

Mediante estas diferentes interferencias, los disruptores endocrinos afectan a funciones esenciales del organismo como el metabolismo, las funciones reproductivas o incluso el funcionamiento del sistema nervioso.

Estos enemigos invisibles se encuentran en nuestro entorno diario, por todas partes:

Comida: en los pesticidas utilizados en frutas y verduras, en los aditivos BHA (E320) o BHT (E321). Incluso el agua del grifo puede contener disruptores endocrinos debido a su contaminación con pesticidas o productos farmacéuticos.

Envases de alimentos y utensilios: se pueden encontrar disruptores endocrinos en el papel de film, en envases de plástico y en envases de papel o cartón (como cajas de pizza o bolsas de palomitas aptas para microondas). En estos últimos hay aceites minerales, generados a partir de tintas y adhesivos para envases, que pueden tener efectos disruptores endocrinos ya que pueden migrar a los alimentos. Incluso podemos encontrar sustancias perfluoradas (PFOA, PFOS) presentes en los utensilios de cocina con revestimiento antiadherente que actuarían como disruptores endocrinos.

Medicamentos: algunos medicamentos pueden tener efectos en el sistema endocrino. El más conocido es la píldora anticonceptiva, que es por definición un disruptor endocrino ya que su función es modificar el funcionamiento de las hormonas para impedir la ovulación.

Productos de uso doméstico y de cosmética/higiene: en los productos para el hogar hay sustancias reconocidas o sospechosas de ser disruptores endocrinos, como conservantes o agentes de textura (por ejemplo, triclosán, ftalatos o ciertos parabenos). Podemos encontrar este tipo de sustancias en productos cosméticos como desodorantes, champús, maquillaje, pasta de dientes, etc.

Muebles del hogar: en el mobiliario hay retardantes de llama bromados, que son sustancias destinadas a limitar el riesgo de incendio, algunos de los cuales se han descrito como disruptores endocrinos. En cortinas, alfombras, ropa de cama, etc. también encontramos retardantes de llama o sustancias antimanchas (perfluoradas); algunas de ellas son disruptores endocrinos potenciales. Los muebles pueden emitir múltiples sustancias volátiles problemáticas, como el formaldehído. Estas sustancias se encuentran principalmente en la cola utilizada para conjugar la madera de los muebles de aglomerado, por lo que estos se ven especialmente afectados por estos disruptores. En las pinturas también puede haber presentes disruptores endocrinos potenciales.

Los efectos constatados o sospechados de los disruptores endocrinos son numerosos, ya sea en términos de salud o medio ambiente. En cuanto a salud se refiere, los principales efectos conocidos de los disruptores endocrinos son los siguientes:

Efectos reproductivos: pueden impedir la formación de espermatozoides en hombres y la evitar la formación de ovocitos en mujeres. La exposición a disruptores endocrinos también podría estar implicada en la aparición de malformaciones de testículos y ovarios, el desarrollo de endometriosis o incluso el síndrome de ovario poliquístico. También se sospecha que la pubertad precoz se ve favorecida por la exposición a disruptores endocrinos.

Obesidad y diabetes: como consecuencia de modificar el funcionamiento de ciertas hormonas, los disruptores endocrinos alterarían los mecanismos que regulan el metabolismo de carbohidratos y lípidos, el apetito y la saciedad, promoviendo así la obesidad. La exposición a disruptores endocrinos causaría anomalías en la regulación y secreción de insulina, conduciendo a una resistencia a la misma, elemento clave en el origen de la diabetes tipo 2.

Discapacidades del desarrollo: los disruptores endocrinos están implicados en diversos trastornos del comportamiento en niños como la hiperactividad, los trastornos interpersonales, los trastornos emocionales, los síntomas de ansiedad u otras conductas más agresivas.

Cáncer: ciertos disruptores endocrinos podrían aumentar la incidencia de cánceres hormonodependientes como el cáncer de mama, ovarios, próstata, testículos o tiroides.

Efectos sobre el medio ambiente:

Sus efectos pueden afectar la fisiología de cualquier ser vivo. Todo ser vivo es sensible a los disruptores endocrinos porque afectan a las hormonas, presentes en cualquier organismo. Existen numerosos estudios que han demostrado diversas anomalías en animales (peces, reptiles, invertebrados y aves) atribuibles a efectos nocivos de ciertos disruptores endocrinos.

También hay que tener en cuenta es que los disruptores endocrinos pueden volverse potencialmente más dañinos si se mezclan. En 2022 un estudio internacional demostró que la exposición a una mezcla de diferentes productos químicos (ftalatos, fenoles y perfluoruros) tiene efectos de alteración endocrina y que la sobreexposición durante el embarazo presenta repercusiones en el correcto funcionamiento del cerebro de los niños.

Desgraciadamente, en la actualidad no existe obligación de probar los efectos endocrinos de ningún producto antes de comercializarlo (aditivos alimentarios, cosméticos, medicamentos, juguetes, envases, etc.), y es difícil evitar unos disruptores endocrinos que se han vuelto omnipresentes en nuestro día a día. Sin embargo, podemos limitar nuestra exposición a ellos en la medida de lo posible hasta que surjan regulaciones que prohíban estas sustancias.

Cocina:

  • Reducir el consumo de alimentos que hayan estado en contacto con envases de plástico.
  • Utilizar materiales inertes tanto para la preparación como para el almacenamiento de alimentos (vidrio, acero inoxidable, cerámica…).
  • No recalentar alimentos en recipientes de plástico.
  • Limitar el consumo de alimentos ultraprocesados que pueden contener aditivos nocivos.
  • Incrementar la compra de productos procedentes de la agricultura ecológica.
  • Evitar utensilios antiadherentes (especialmente las sartenes) y desecharlos en cuanto su revestimiento esté dañado.
  • Usar sal yodada para evitar la deficiencia de yodo, porque el yodo es esencial para la síntesis de las hormonas tiroideas.

Limpieza e higiene:

  • Reducir el uso de productos domésticos innecesarios y potenciar los productos naturales, como el vinagre blanco, el bicarbonato de sodio y el jabón de Marsella.
  • Evitar los productos cosméticos con conservantes como los parabenos.
  • Propiciar el uso de cosméticos orgánicos que prohíban el uso de sustancias problemáticas.
  • Emplear pañales orgánicos o lavables para bebés.
  • Intentar usar productos de higiene íntima hechos de algodón orgánico (compresas, tampones…).

Muebles para el hogar:

  • Ventilar el hogar todos los días durante 15 minutos y aspirar regularmente, ya que la contaminación interior es una fuente importante de exposición a los disruptores endocrinos.
  • Evitar el uso de aerosoles (ambientadores, desinfectantes…), velas o inciensos que contribuyen a la contaminación del aire.
  • Lavar los textiles recién adquiridos (fundas, cojines, alfombras, cortinas, etc.) antes de usarlos u optar por textiles de segunda mano.
  • Huir de alfombras y suelos de policloruro de vinilo.
  • Anteponer muebles hechos de materiales naturales sin tratar y evitar los muebles de PVC o madera contrachapada que contengan pegamentos y plastificantes que podrían liberar compuestos volátiles en el interior, u optar por muebles de segunda mano.
  • Apagar el ordenador y el teléfono móvil por la noche (o, al menos, ponerlo en modo de espera o avión), porque las placas base electrónicas contienen retardantes de llama que liberan compuestos volátiles durante el funcionamiento.

Ropa:

  • Lavar la ropa nueva antes de usarla.
  • Utilizar sólo ropa técnica de fibras sintéticas al hacer deporte.

Juguetes para niños:

  • Lavar los juguetes nuevos con agua jabonosa antes de dárselos a un niño.
  • Limitar los juguetes hechos de plástico o madera tratada, especialmente si se los meten en la boca.
  • Optar por juguetes hechos de madera maciza y tejidos orgánicos.